sábado, 29 de octubre de 2016

Primera vez






Cuando la brisa del mar respiraba en el tacto de la rosa y yo era prisionera de la lluvia y el vuelo de los pájaros se refugiaba en alas de mariposas y la luz era una línea rojiza en tus dedos y yo soñaba entre tus brazos y el sol aullaba dentro de un beso y la voz de la tierra nacía en tu espalda y la Polinesia me esperaba en tu cuello y yo era jardín húmedo estremeciéndose en el origen etéreo de tu cuerpo.

Cuando las nubes se movían como estrellas, brillo azul, fugaz a veces, y el sonido lejano del vacío también llevaba el nombre de tus ojos y las raíces del mundo crecían en un arcoiris blanco y los sueños sobrevivían en el fondo abisal de un desierto.

Cuando tú eras la acción interminable de amar y yo sólo un latido que se escondía de rodillas en tu pecho.

martes, 25 de octubre de 2016

Árbol milenario



Si tu árbol milenario echara raíces en mis alas y volasemos juntos hacia el interior de la Tierra y la luz blanca del cielo se escapase para envolver el tiempo y los hilos de la nada desaparecieran de los espejismos y tus manos me adornaran con joyas inmateriales y fuera un tesoro de flores nuevas sobre tu cuerpo...

Yo giraría
dentro del suspiro de una estrella fugaz
y equilibraría
las desigualdades del espacio
con la desesperación calmada
de las piezas de mi sexo.

lunes, 24 de octubre de 2016

Simplemente nosotros

El cielo enredado en el sol azul, contraste de seda y fuego, como el roce invisible de tu beso. Y tu mano en mi nuca, sujetándome a este lado del mundo, occidente en el pulso. Mi médula desea tu espalda, quedarse en tu mar calmado de vértebras, suspirando corales y algas. Mi cuerpo es una cuerda de luz que te rodea en su movimiento de estrella. Otros lo llaman pasión. Yo lo llamo simplemente nosotros.

domingo, 23 de octubre de 2016

Planeta imaginario

El mundo en tus labios. Te beso y siento todas las estrellas brillando y la luna sumergida en un lago afrutado. Las nubes son hojas rojizas del otoño pasado. Te miro y encuentro las luces del origen, el génesis verde en tus ojos, paraíso naciente de aves.

En tus manos, mil mariposas y un susurro de seda. Me rozas y el aire deja de ser una única piedra gigante.

Llévame a la llama que comienza al final de tu boca, en tu latido - eco de la verdad, intenso calor de esencia nocturna -.

No me dejes nunca perdida en este universo, sin ti, sin la brújula que señala a tu espalda. Moriría sola, encima de la montaña de agua a la que le pusiste mi nombre aquella madrugada de desordenadas luciérnagas.

Atraviesa el círculo de cielo rojo refugiado en el murmullo de mis piernas. Busca con tu anhelo salvaje, mi tierno destello húmedo. Invádeme con la imagen crecida de tu deseo y tu voz, siempre tu voz, deslizante en mi cuello desnudo.

Súbeme al infinito de peces para contemplar la caída de los Imperios. ¿Elegimos ahora la isla desierta donde moriremos? Si se hace tarde, abrázame. Con los ojos cerrados presentiré todas las realidades que nos esperan y el sueño colectivo de los pájaros cuando sobrevuelan el Atlántico para redescubrir América.

Quiero acariciarte. Mis dedos son canales de Venecia jugando en tu cuerpo. La presión del tacto nos hunde en una larga espiral dentro de viajes cuánticos (dolor de flores encontradas en mitad del viento calmado).

El movimiento nos hace humanos.

Trepa por todos mis núcleos, uno a uno. Son tuyos y de los cincos sentidos del horizonte. Marca mis alas con el balanceo de tu abismo.

La brisa continúa palpitando en mi ombligo, pulsión de lluvia tranquila que no renuncia a ser evaporada.

Mi piel desaparece. Ya estoy dentro de tu alma, como un suspiro que se ensancha hasta encontrar la única parada que le pertenece.

Grito. Respiro la huída de la muerte hacia el interior de las caracolas. El mar siempre nos rescata: la ola sin tiempo que avanza entre el fuego, la nada y la rosa.

En mi saliva se mezclan el definitivo descanso de tu néctar y mi continua pregunta sobre la existencia del Hombre. La espuma del vacío se aleja. Sólo queda el mundo, en tus labios. Y vuelvo a besarte, para sentir la vida evolucionada de un planeta imaginario.

sábado, 22 de octubre de 2016

Tócame ahora

No me acaricies aún, que el anhelo de ti vaya inundando mi sentido incompleto del tacto. Cierra los ojos, perdámonos juntos en la ceguera del impulso, sin prisas, con las almas tangentes al universo encerrado en un segundo. No me ates a la orilla del océano, prefiero vagar perdida en el desorden atemporal de tu beso. He contado mil estrellas calientes en tu saliva y un sol de uvas en tu lengua. ¿Son mis suspiros o son las nubes estallando en mitad del espacio que tiembla?

Tócame ahora,

que las verdades son pequeñas y el Bien un estado superior del cielo. El amor aumenta el tamaño húmedo de tu cuerpo, eres más mientras yo me empequeñezco - hormiga exploradora de la primera célula -. Los árboles se cruzan con el caudal del Amazonas, entramado existencial por el que circulan el deseo y sus pausas (intervalo ubicado entre esta vida y la otra, en el agujero intermitente de las rosas voladoras).

Tócame,

con tu mirada clara de ciempiés, reflejo de la luna en el sueño. Y súbeme a tu elegante ala para eternizar mis órbitas alrededor del tiempo.

viernes, 21 de octubre de 2016

Fauvismo



Llego y te abrazo desde atrás para sentir en mi mano el latido de tu pecho. Acaricio tu espalda con mi mejilla. Nos separa un átomo de brisa. Nos acerca un anhelo de movimiento. Me pregunto si tu aliento es azul (mar vaporizado en contacto con tu lengua), si llevas en la boca la amapola nacida en la ladera de un volcán. Sueño en un segundo la eternidad entera, a tu lado, en el nido de fuego donde surgen los besos y el tiempo es una leyenda. Te giras. Me besas. Siento la explosión húmeda de todos los colores de la naturaleza y el vuelo del sol rojo dentro de mi algodonado cristal de Murano haciéndose vidriera.

miércoles, 12 de octubre de 2016

Roja abnegación

Siento amor naciendo
- parpadeo del tiempo -
en mi piel inquieta,
alas de brisa confundiéndose
con la veloz luz del viento. 

La voz del olvido, callada,
se oculta
detrás de calmadas olas rocosas.
Nebulosas de estrellas
iluminan
el movimiento azul del planeta.

Todo el mar se concentra en una gota de lluvia:
recógela en mi lengua;
un ramo de agua te espera,
- realidad o idea - 
en la roja abnegación de mi boca.

jueves, 6 de octubre de 2016

No te vayas




No te vayas,
que quiero quedarme
mil vidas en tu aliento
y respirar el plomo de rosas
tranquilo de tu pecho.

Y soñar que soy madreselva
uniendo las estrellas
para encender la verbena inmediata de tu cuerpo.

Y remar en el infinito rojo
hasta reconocer tus labios 
de imantado fuego.

Concédeme un siglo ficticio
de dos segundos mirando tus ojos,
deshacer las rocas del sol 
entre mis dedos 
para templar pétalos en tu espalda,
en tus hombros.

Y volver al mar que me espera
cada tarde dentro de tu grito.
Y darte la carnal luna invisible
que va muriendo en los rincones de tu abrazo.

No. No te vayas. Y si lo haces,
déjame reencarnarme en el oxígeno de tu sombra,
para seguir respirándote.

miércoles, 5 de octubre de 2016

La distancia trae el dolor



La distancia trae el dolor, abierto, flor de petróleo, constante onda y su lluvia circular en el interior incendiando el valor absoluto de tiempo. No estás y me subo a las primeras estrellas para esperarte en silencio, como si no pasara nada, como si el mundo no se estuviera acabando en mi alma, como si el mar fuera un organismo vivo de olas que piensan, como si ocuparas el negro vacío tras el abrazo planetario de la tarde, como si permanecieras inalterable en cada uno de los besos que te recuerdan.