martes, 30 de mayo de 2017

La llama apagada del suspiro


¿De qué color son tus ojos?
- me decías con la risa en la mano -.

Eso sólo lo sabe la primavera,
cuando florece el mar empequeñecido
dentro de su primera ola
y cien palomas marcan
luces de nostalgia en la orilla.

¿Cuántas huellas de amor
guardará en su memoria
la despedida de la espuma?

Yo estuve una vez amando
con los pies en las nubes
y el alma en el fondo del océano.

Los besos se quedaban atrapados
en las velas submarinas de los barcos.

Y soplaba un viento de dudas
con aroma a jazmín derramado.

¿Qué exilio te ha llevado tan lejos?
¿Qué ciudad aún no te ha soñado?

Tu voz me arranca el aire y respiro
el abandono de un silencio dolorido.
Me envuelve esta experiencia anticipada
de muerte, la llama apagada del suspiro.

¿Qué dedos gritan en tu piel todos sus miedos?
¿Has sustituido mis lágrimas por lluvia de planetas perdidos?

Me escondo en la corteza de un árbol.
Yo también siento el daño palpitante de la estrella.
Soy una línea más del tiempo desmadejado.

¿Es savia o lamento, esta sensación heredada
de tu abrazo? El apego a tu vida. La prisión del tacto.

El cielo golpea mi espalda con tu nombre,
los latigazos del olvido van doliendo menos:
una cicatriz y sus mil largos insomnios.

Ya no huyo.
He roto el vínculo con la soledad.

En el horizonte cae la noche. Hace frío...
Y nace un pájaro del último recuerdo anidado en tus labios.

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