domingo, 31 de diciembre de 2017

Arrojados a la oscuridad




Arrojados a la oscuridad,
nos devoramos
con la única luz
de los olores.
Por esta vez,
déjame ser enredadera
arrimada a tu latido
como un percebe
que juega
en la costa.
Se clareará el mar,
la vida.
Y yo te seguiré queriendo
con el aroma a beso
en los ojos.

Sangre femenina


Nos olvidamos de la luz
después de amarnos
tanto
en la noche.

Tu impostada voz
sobre mis pechos
calientes,
toda mi sangre femenina
circulando
por mi cuerpo.

Me acercabas el mar
para hacerme sentir
el privilegio de las olas,
siempre buscando
el mismo lugar,
como yo,
tu cayado levadizo,
el blanco
deslumbrante
de la estrella.

Aún guardo tu beso
en el vacío amplio
de mis labios.
Cuando hablo,
en cada palabra
suena un recuerdo
nuestro.

sábado, 30 de diciembre de 2017

De saliva tibia


Hay tanta luz
en tu cuerpo,
que nunca
amanece afuera,
mi voz está hecha
de saliva tibia
y te hablo
mientras subo
desde los pies.
Llego a la florescencia,
al átomo crecido,
a la gran pregunta,
al dolor en estado puro
si no te tengo
en mi boca,
a la ascensión
o fuego
o lucha.
Y lloras dentro mía.
Voy a redimirme
en cada lágrima
sentida
por los dos.




Una llama imaginaria


Somos peces de barro,
deslizándonos.
Nuestras escamas
se debaten
entre el aire y el fuego.
Y siempre terminamos
consumiéndonos,
dentro
de alguna llama imaginaria.

Otra forma de silencio


Escanciarás el cielo
en mi ombligo,
yo me trenzaré
en el intento
de ser un sol
de labios rojos
para prenderte
el beso,
se detendrá
el verano
en el sudor
de tu frente,
cederemos los abrigos
a la noche
de los insectos,
pasaré los dedos
por tu cuello,
jamás llevarás
un perfume
más duradero
que este deseo
de mis manos
en busca
de otra forma
de silencio:
tu cuerpo callado
tras el vértigo.

jueves, 28 de diciembre de 2017

Récord


Extendido sobre mí
ya tienes
el récord de longitud,
recubres
todas mis ganas subcutáneas.

El dolor acumulado
en los dedos
por la ausencia
se va disipando
en tu espalda.

Sobre mí
ya tienes
el récord de profundidad,
en tu último salto
me llegaste al alma.

No habrá nube
que ensombrezca
tanta flor brotada
en un mismo tallo.

Golpe de estado


Cuando nos queríamos
y tu voz
acariciaba mi nuca
como un collar
de viento suave
y sucumbía
a tus palabras,
dichas con lujuriosa
ternura
y hallabas cada volumen
de mi cuerpo
con manos de futuro,
siempre adelante,
los pezones
tan despiertos
en tus dedos,
febrero alzándose
entre los meses del año,
desde la cama
dábamos golpes de estado
al calendario.
Hoy te toca a ti
proteger
mis labios
del paso del tiempo.

Todo es calor


Todo es calor
a este lado
de la noche
en que respiro
de puntillas,
apoyada
en la balconera
de mi cuarto.
Me tiendo
en la cama
a esperar
otra mirada
de tu cuerpo,
tu voz
tersa
y cálida,
la serpiente
abocada
a su hábitat
de agua.
Cuando acabe
el insomnio,
voy a soñar
con tu veneno
dentro,
creando vida
en la rosa alisada
de mi vientre.



Me quedaría aquí arriba


Me quedaría aquí
arriba
recreando
el movimiento
de las hadas.
Me llenarías
de luz de nieve
y suavizarías
el rojo salado
de mis labios.



Geografía roja


Esta nueva geografía roja del deseo ha transformado todos los mapas, más aún que la desunión soviética o la paz de Los Balcanes. Te pertenezco debajo de toda luz encendida, nómada en tu cuerpo, me desvivo en el recorrido, reconociendo cada parte como un todo. Acaricias mi canal de Venecia, agitas la superficie y combates conmigo en el fondo hasta traer la tranquilidad a las aguas. Te miro después, por si ha cambiado el color de tus ojos. Y siempre veo el mismo océano haciéndose ala en tu pupila. No acaba el vuelo trasatlántico por tu mirada. El  pulso salta a ratos en una sosegada taquicardia. Y te beso las manos con mis dedos, hasta que la caricia nos llena de saliva el alma.

miércoles, 27 de diciembre de 2017

La curva de la muerte


Me definías 
como "la curva de la muerte",
tu saliva temblaba
a lo largo de mi cuerpo,
hundías la lengua
en mi principal suspiro,
buscábamos el color rojo
detrás del sol
con la desesperación
de los naúfragos,
la velocidad del rayo
nos alcanzaba
cruzados,
enroscados,
tendidos,
temía por mi vida
cuando te separabas 
de mi espalda
un centímetro,
sentía tu sudor
en mis piernas,
abríamos la ventana
del hostal
para que se impregnara
el aire 
de sexo perenne.
Y nos despedíamos,
hasta el próximo
salto en el tiempo.



La tarde



Adónde me lleva
la inercia del lenguaje,
a qué maldita expresión
que no te contenga

noche
sustancia
tragedia.

Quizá la vida sea
este saco roto de estrellas,
una huída de la luz
hacia otra parte,
este quererte con los labios apretados
y los puños cerrados
con una gota de sol dentro,
quemándome.

Quizá la ausencia sea
esta eternidad
sin música.
La tarde.

Entre los naranjos



Me has abandonado entre los naranjos,
esta marcha tan absurda
con aroma.
El azahar me presiona
los labios
hasta que pronuncio
tu nombre
o una sombra
o un mar estrecho
que me cabe
en las líneas de las manos.

Pienso en ti entre los naranjos,
este deseo tan absurdo
con aroma.

El oxígeno
vuelve a tener tu voz
y me duele el sonido
cada vez que respiran
mis pulmones,
en su propósito diario
de mantenerme con vida.

Tu torso desnudo


Te busco dentro,
en el pensamiento
circular
de mi sexo:
tu torso desnudo
frente al espejo,
iluminado
por tus propios ojos.
Me deslumbra
mi visión de ti
acercándote,
como una promesa
del tiempo.
Y con los ojos casi
cerrados
extiendo mi lengua
sobre tu imán
enarbolado.
Nos invadimos
una y otra vez.
Llena mi carne,
seduces
la luz
y el aire.
Ahora todo me recuerda
a ti,
irremediablemente.

Si tú vinieras


Si lloviera
como antes,
con las gotas de lluvia
a cara descubierta
y la luz no se dejara
la piel
en este invierno discontinuo,
tanto viento descosido
del mar.

Pasa un avión
con pasajeros dormidos,
alguna flor
crece en silencio
en un rincón del mundo.

Si tú vinieras,
cómo sería la lluvia.

El Deseo


Sé que no te detendrás
hasta envolverme
con tu respiración
como un mantra
del aire,
repitiendo mi nombre
con los ojos.
Alabarás mi costado
inflándose
en esta espera oculta.
Someterás mi caricia
y me sentiré más libre
que nunca.
Yo misma me ataré a tus labios.
Me goteará el aliento.
Oiremos un zumbido
revoloteándonos.
Será el Deseo;
no se detendrá hasta
poseer nuestros cuerpos
completos.



martes, 26 de diciembre de 2017

Sigo aterrada


Sigo aterrada al borde de una hoja,
tan pequeña...
Sólo necesito un beso amplificador
que termine
con esta percepción invertida
de los tamaños
y tenerte dentro,
para crecer a ciegas
como un universo ególatra
mirándose el ombligo.

Rózame


Rózame,
llévate de una vez
por todas
esta distancia,
la oscuridad,
el planeta partido,
la grieta expandida
de viejos gemidos
y renuévame
el interior
con tu luz- daga
hasta
que vuelva a ser
yo,
mirándote.

Muerde


Muerde,
déjame la marca
visible
de tu aliento.
Cuando me desvista,
sentiré
cada llaga,
el aroma
de tu voz
clavado.
Y querré quedarme,
desnuda contigo,
hasta tu regreso.


lunes, 25 de diciembre de 2017

Tienes mi permiso


Tienes mi permiso
para un nuevo enredo
de labios.
Rodearás
mi santuario.
Me sentiré
Saturno anillada,
volando
por encima del espacio.
Te llevaré
cielos naranjas, noches
de montañas nevadas.
Seré
átomo en el fuego
y fuego en tus manos.
Prenderemos juntos
flores
sobre el mar.
Flotará polen de algas.
Nos beberemos
los restos
de los besos,
la saliva confundida
con el agua.
Llegaré a la orilla
subida
a la cresta de tu ola
y, en lo más alto,
descansaré de mí.

El grosor de tu luz


Me restriegas
el grosor de tu luz
para alumbrar
lo desconocido
del infinito,
así dejamos de ser
hormigas que sueñan
con un árbol mejor
y nos sumimos
en el descanso
de las bocas
abiertas.

Se me sale el corazón de los pechos


Se me sale el corazón
de los pechos,
no puedo contener
con las manos
tanta euforia
de la sangre,
se me escapa el latido
recorriendo
las ondas del sonido
hasta tocar
tus labios
y sentir
ese beso
que nunca llega,
la caricia imposible,
una noche a tu lado.
Se me abre la camisa
para que calmes
el dolor del volumen,
mi prisa por tus dientes.
Muérdeme
en canal.
No me importará
perder la consciencia.

No me dejes ver


No me dejes ver
el fin
de la entrega,
la savia del sol
cegándome
el beso,
continúa en mí,
saliva
encendida.
Siento temor
en las manos.
Te abrazo
para sujetarme
a la vida,
el latido
se me desvanece,
la piel
se tensa hasta
ser tramo de luz
o mar
desembocando
en el río.
Amor,
llega la noche,
siempre ocurre,
me vuelvo
cristal de agua.
Cuando me rompas,
mójate
de mi leve herida.



domingo, 24 de diciembre de 2017

Rezo secreto


A veces te pienso
con los dedos,
como un rezo secreto,
sectario,
resucito el cadáver
de nuestro sexo.
Aunque te hayas ido,
permaneces
en el movimiento
de mis rodillas
cuando alzo cualquier
vuelo terrestre.
A veces te pienso
con la cintura
y se trenzan
todos los suspiros
de mi cuerpo.

Ven a divertirte


Ven a divertirte
a mis juegos
de apertura,
flor y mundo
volcados
desprendiendo
aroma a mar
y canibalismo.
Tendremos que subir
juntos
a podar nubes salvajes
y cortarle
ramas al sol.
Necesitaremos
más espacio
para amarnos en público
y hacer las geometrías
azules
que crecen
en nuestra imaginación.
Voy a acabar sobre ti
con los pies rendidos.

Prisión de las 12 uvas


Quiero vivir en esta prisión
de las 12 uvas,
las campanas del paraíso
sonando,
tu cuerpo contra mi cuerpo
festejando
la llegada y la marcha,
tu beso en mi nuca
calmando
mi noche, la piel,
fuegos artificiales
dentro y fuera.
Y tu abrazo,
devorando estaciones.

viernes, 22 de diciembre de 2017

Trébol de cuatro hojas


Saborea
mi trébol 
de cuatro hojas,
halla 
la suerte de los
sentidos
y déjame ilesa,
como si no
hubiera pasado 
por mí
el vértigo
de un cielo blanco,
como si fuéramos
a volver a vernos.

viernes, 15 de diciembre de 2017

Salpícame


Salpícame,
sé real en mi espalda,
trae tus mil gotas
a mi curvatura,
quiero tenerte
en la médula.
Y caminar sobre
dos pies,
mamífero
que piensa y desea,
con más de un 75% de agua.

© Laura Villanueva Guerrero


Cosquilleo


Siento un cosquilleo de calor, pequeñas piedras evaporadas en la planta de los pies. Es tu intención, atravesándome el cuerpo desde abajo como un proyectil ralentizado de luz, de agua, subiendo. Ahora estás en las rodillas y me flexiono para que intuyas la forma, la curva. Mi piel se expande como hiedra y te frenas en la rajadura donde decías hallar nuevos nombres de estrella. ¿Me dirás alguno al oído cuando crea que la muerte está cerca? ¿Y el mar...? Han dejado de visitarme las olas. Arrincóname a este lado del mundo. Suena el silencio del rayo aquí mismo. Tus cinco sentidos solapan los míos. Me has crecido dentro. Somos más que dos. La altura nos define. Necesito abandonar mi cuerpo. Quizá me haga nube y parta el azul del cielo. Ay, "sueño de mi boca", recoge mi lamento. Encendamos flores en la noche. Y túmbate a mi lado, por si el universo elige justo este instante para empezar a desintegrarse.

© Laura Villanueva Guerrero 


Te imagino


Te imagino compartiendo
luz
con el flexo.
Te imagino de espaldas
a mí
leyendo lo último
de Robert Kirkman
(quizá una historia
de zombies adúlteros
que recuperan
la conciencia/alma
tras su paso
por el terapeuta
o balas-usb
que al impactar
modifican la memoria).
Los inviernos son
cada vez más tristes
y más largos.
Las estanterías rebosan
libros de poesía
y cómics. Tenemos víveres
suficientes
por si nos quedamos en blanco
con este frío y tanto catarro.
Luego te cuento otra idea
de guión.
Esta vez Frank Miller
va a tener que recibirte.

© Laura Villanueva Guerrero



Voy con el tacón afilado


Voy
con el tacón afilado
por si quieres noche
cerrada
y hay que pisar
estrellas o cazar
luciérnagas.
En la oscuridad
brilla más
el rojo de mis uñas
clavadas en la caricia.
También podemos amarnos
con la voz suave
dejando para otro momento
los aguijones
y suavizar la realidad
así,
sólo con los besos.

© Laura Villanueva Guerrero

Las cinco w


A veces te encuentro
en alguna noticia,
alguien usa tus palabras
favoritas
y quedan en un segundo
plano
las cinco w.
Todos los qué, quién,
dónde, cuándo y por qué
me llevan al mismo sitio.
Y ésa es
mi palabra favorita.

© Laura Villanueva Guerrero

Clímax


Estoy adiestrando
mis dedos
para que sepan
escalarte
incluso sin aire
y rodeen
cada cumbre
sin buscar sombra,
con el sol en la nuca
también se ama,
y se gana,
todo en ti
es susceptible
de beso,
la sonrisa se me
fija
en el costado
como parte de esta
existencia
compartida, abstracta
y acerco mis labios
al climáx
reflejado en tus ojos.
Me encantan los gemidos
con vistas
al mar o al miedo.
Tu pupila dilatata
me cobija.
Sé que vas a resguardarme
de tanta luz.
Al final no ha llovido.
Y nosotros sin salir
de casa,
contemplándonos
los cuerpos
como si fuéramos agua desnuda,
chocando
contra la vida ajena
de los cristales.

© Laura Villanueva Guerrero

jueves, 14 de diciembre de 2017

Me encelo



Me encelo
de mis propios labios
cuando me besas
apretando contra mí
alguna estrella
que pasaba
antes de enfriarse
y mi boca
se vuelve noche
de miel brillante
y ni el cambio climático
reduce
el calor que nos une
ombligo y párpado.

© Laura Villanueva Guerrero

Pidamos un deseo


Aún existe un calor
rezagado
del invierno
como
un gato solitario
que nos ronda
el beso.

Los cinco océanos 
se caen de golpe 
formando charcos.
Tú y yo con las botas de agua
en plena transformación
del planeta.

Tus labios se entreabren.
Tanto color en la caricia...
sentimos a Matisse
al abrazarnos.
Soy carmín rojo, desvanecido,
delante de tus ojos verdes.
Y es azul magenta el modo
en que me amas por dentro.
Te entrego mi pozo
de flores naranjas,
cada volumen caliente.
Y la Tierra se convierte
en estrella fugaz.

Pidamos un deseo.

© Laura Villanueva Guerrero


Algodón ovalado


El viento desordena 
nuestras manos 
con caricias caídas 
de árboles fríos,
casi nieve o danza. 

Te mueves en mi boca. 
Paseas por mi plegaria: 
madrugada, 
prisión, 
nube, 
huída. 

¡Qué algodón ovalado, 
qué voz ensanchada!

Pruebo el sabor de tus células, 
la vida que crece 
en húmeda estancia. 

Respiro tu fuego. 
Soy cría de dragón 
cuando reposas 
en mi lengua. 
Y me enrosco en tu pecho 
para ver llegar 
un nuevo planeta 
de medusas rojas, 
algún mar de piedras blandas, 
un desierto trepando 
por montañas de agua. 

Bésame y acaba 
con esta agonía sísmica 
que siempre me atrapa.

© Laura Villanueva Guerrero

miércoles, 13 de diciembre de 2017

¿Descansamos?

¿Descansamos
del libre albedrío?
Si abrazados
sostenemos
el fuego pre-encendido,
la necesidad
de tenernos
bajo una misma noche,
no te alejes
jamás de mi espalda,
aquí
empieza el dolor
del equilibrio:
o el amor imposible.

© Laura Villanueva Guerrero

La adrenalina de la flor


Corre sin descanso
desde tu voz
hasta mi cuerpo,
libera los sonidos
de sus jaulas
y tráelos a mi garganta
para hacerlos míos.

Ven a mis sépalos
abiertos
que ansían
tu llegada en ráfaga.

Nos contagia la
rotación
y nos buscamos
en los giros,
tu boca en mi boca
encendiendo
lámparas, hay
una montaña que aún
vuela
y nos da sombra
nocturna.

Siento en los dedos
el polen
que segregas dentro mía.
Llenamos las caricias
de olor y búsqueda.
Ruedo por tu pecho,
no me quedan turgencias
que arrojar
a tu latido loco por salir.

Nos hacemos sol feliz,
ardemos
con la sangre colmada
de nosotros mismos.

Me voy a quedar
dormida
en tu voz de alcoba.
Háblame,
para no morir.


© Laura Villanueva Guerrero



Depredador


Vuelves a ser depredador
de rosas
en mi cintura,
tan dulce tu garra,
tan suave la mordida.
Me desvío al mar
- nuevo afluente -
y desvisto olas.
La naturaleza se muestra
desnuda
entre nuestros cuerpos.
Se nos trenza el deseo
de más.
Tu beso lleva prisa
por doblegar
mi paso.
Me quedo quieta.
Respiro despacio
jalando de todo arcoiris
hacia mis hombros.
Te me adentras
en la pupila,
casi lágrima,
eres agua cobijándote,
desvarío del tacto,
aquí y allá,
como una locura del presente.
Me sobreviene la angustia
de siempre.
Guardo mis manos
en el olvido
y dejo de tocarte,
aunque nunca te vayas
de mis caricias
de fuego en invierno.
La noche se alarga.
La hoguera se vierte.
A partir de ahora
nadie nos llamará
soledad.

© Laura Villanueva Guerrero


 

No te levantes de la cama



No te levantes de la cama
hasta que se afiancen
en tu cuerpo
cada uno de mis desvelos.

© Laura Villanueva Guerrero

lunes, 11 de diciembre de 2017

No voy a contarte



No voy a contarte
si es azul
la fiebre o hay frutas
en mi mirada cuando
me siento a oír el mar
con los dedos de los pies.
Llega fría el agua
y se calienta en mi cuerpo,
cansado
de esperar un sol alargado
que me voltee
sobre la ausencia de luz.
Te he soñado tanto
que tus uñas merodean
mi ombligo y mi cintura
para torcerme de amor
y desamor,
lanzada hacia atrás,
como una montaña
desprendida de la nieve
que se hunde en un
reposado fango de
soledad.

© Laura Villanueva Guerrero

Heridos por el mismo fuego



Tú,
entre pieles de nube
abrigado hasta los ojos
para ahuyentar el vacío
común de la ciudad;
yo,
respirando la noche
como quien huele
un pañuelo de hierba.
Estamos a alturas
diferentes,
pero se han mezclado
tanto
nuestros cuerpos
que casi nos hiere el mismo
fuego.

© Laura Villanueva Guerrero

Abastéceme de luz


Abastéceme de luz.
Este invierno con sol
de mimbre
me recuerda
los sótanos de Nueva York.
No hay gran ciudad
sino alma pequeña.

Tráeme el milagro
del agua y el oxígeno.
Multiplícate sobre mí
hasta que seamos UNO
divisible
en monedas de azahar.

© Laura Villanueva Guerrero


Tu beso unió dos siglos


Tu beso unió dos siglos
de golpe,
como un trueno
elástico,
encendió la ceniza
de los pétalos
para que volviera
a caminar el fuego.
Me habitó el ogro
de la verdad,
sentí un fuerte crujido
en los dedos;
eras tú,
estirándome las extremidades
para alojar la eternidad.

© Laura Villanueva Guerrero

sábado, 9 de diciembre de 2017

Nidos de saliva



He dejado de perseguir nubes
con la caricia,
ahora que me han abatido
plumas
sobre tu pecho
y tu latido es casi vuelo
interior en mi boca
explorando nidos de saliva.
Me enredo en la pausa
de tu movimiento,
ahí duran más tus besos
y mis lágrimas.
Moldea este cáliz que
llenará tu vida de más
vida.
Mañana notarás un canto
joven en la espalda
y una verdad caliente
bombeando tus huellas.


© Laura Villanueva Guerrero

Caníbal


Quizá te sirva mi hambre
como lugar de encuentro.
Ya sabes que en las noches
de frío
me vuelvo caníbal
y no hay olor que me distraiga
de tu carne.

© Laura Villanueva Guerrero

Provócame


Provócame secretos en la voz,
sonidos
que al recordarlos
después de esta noche
me llenen los oídos
de rubor.
Ya conoces mi secuencia
de lamentos,
justo en la mitad
nace una flor de múltiples
corolas
y tu boca descansa
tras tanta procreación.

© Laura Villanueva Guerrero

De 45 milímetros


Deshojas mi abrazo
con cuidado,
separando el tacto
del dolor
como dos láminas diferentes
que nos unen.
Me llegas al norte
desorientado.
Necesito tus mediciones
exactas de mi cuerpo,
en cada brote de luz,
en cada desesperada pulsión
hacia ti
y, una vez reconocida por
tus labios,
suscribirme el yo
con un nuevo orgasmo
de 45 milímetros.

© Laura Villanueva Guerrero

viernes, 8 de diciembre de 2017

Isla desanclada


Toma posesión de mi voz
como sabes hacerlo
a través del beso.
Te he reservado peces
en los hombros,
portales de luz,
un mar rodeado de movimiento
por todas partes.
Dirás mi nombre
con la rutina sibilante
del agua.
Volveré a ser isla
desanclada.
Se me entrecortará el habla
de los dedos.
¡Tanta caricia sosegada!
Alargarás tu rama
de árbol gigante
hasta hacerme viento.

© Laura Villanueva Guerrero

jueves, 7 de diciembre de 2017

Se entornan mis piernas



Tu madera llega suave entre lirios,
firme en su afán
de elevarme por encima de mi sueño.
Corre,
esquivemos esa sombra que empuña
una noche larga
casi red de frío
o antorcha ahogada.
Ay, te veo, luz entre montañas,
venir hasta mi extremo,
asirte a mi movimiento
con la boca
y te llevas de mí
la primera gota
de mi lágrima.
En tu saliva van brotando
águilas.
Se entornan mis piernas
para aprisionarte el vuelo.
Me rindo en tu espalda.
Comparto el cansancio
de los astros:
no es fácil acabar con la oscuridad
de un solo soplo.

© Laura Villanueva Guerrero