Presionas los dedos
al final de mi espalda,
se mueve en tu boca
la flor turquesa de mi tatuaje,
ahí está la fragancia que buscabas,
oculta debajo del aire.
Me recorres
como si el olfato fuera
el único sentido que nos quedara.
Yo me trenzo
para no desaparecer otra vez
mientras me acaricias.
Se me desordena el cuerpo,
pero tú siempre sabes encontrar
el nido donde te esperan los pájaros.
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