domingo, 30 de diciembre de 2018

Nuevo año



Renuncio
a la acumulación
de objetos y vivencias,
cruzaré el umbral
del nuevo año
vacía de alrededores.
Tómame allí
como playa
que cultiva
la virginidad,
entusiasmada
con la llegada de
El Naúfrago.

© Laura Villanueva Guerrero

Teoría elástica


Acabas de comprender
mi teoría elástica
de la vida, la distensión
de mi piel al recibirte
con la alianza imaginaria
del silencio.

© Laura Villanueva Guerrero

Contenida en la pausa


Contenida en la pausa,
te miro fruncido alrededor
de mi volumen amoroso.
Mi suspiro deja de ser
un o.v.n.i para tus ojos,
conoces mi insistencia
por encontrar
lo común del espacio,
el lenguaje universal.
Ahora continúo,
por si se acaban
los víveres de saliva
que almacenamos
para momentos
de entrega y fuga.
No me detendré,
tu pupila dilatada
acelerará mi tiempo,
la desmedida ofrenda
y caerán sobre ti,
flores y sales.

Construiremos
el mar soñado de polen.

© Laura Villanueva Guerrero
 Arte: Margarita Sikorskaia

Mundo-hombre


Te alcanzaré,
mi boca llevará
cien tramos de lluvia,
la humedad pactada
entre dos cuerpos.
Te endiosaré frente al espejo,
“mi mundo-hombre”.
Me elevarás sobre lo efímero.
Alargarás mi vida
una taza de café más.

© Laura Villanueva Guerrero

Intención oblicua


Voy a amarte
con la intención
oblicua, cruzando
tu piel hasta
descifrar el significado
de la desnudez.
Llegaré al algodón
de hierro que todo
lo puede, contaré
hasta mil con la
boca abierta,
sentiré el paso
del año mientras
hundes tu mano
en mi nuca
y me haces bailar
colina abajo.
Llenarás mi respiración
de tus miedos.
Te besaré despacio
para extaer el mal
contenido, el rencor
de la célula.

© Laura Villanueva Guerrero
 Arte: Margarita Sikorskaia

jueves, 27 de diciembre de 2018

Dejarlo todo


Dejarlo todo
(el hambre,
el descanso)
por el beso,
cerrar los ojos
de los dedos
para ver
con el sentido
del gusto
y saborear
el destino
como algo
que nos viene
también de dentro.

Se entrelazan
mi lengua
y tu sonido
de agua,
la verdadera
búsqueda
del otro,
no importa
quienes fuimos
o seremos,
si soportaremos
el paso
de los árboles,
tan solo importa
este lugar
compartido
con la luz,
tú estás
por encima
de todos los
jardines iluminados.

© Laura Villanueva Guerrero
Arte: Kenne Gregoire

Y sentir que puedo


Y sentir que puedo
viajar
a través de tus ojos,
desvestir el aire,
la imagen, el sonido
y llegar tan lejos
como tu amor
sabe impulsarme,
no hay limitación
en el diámetro
de tus manos.

© Laura Villanueva Guerrero

Compensar el miedo


Compensar el miedo
con tu leve respiración
en mi espalda,
avivar la pregunta
sobre lo efímero,
acercar el más allá
a mis muslos
como quien trae
una hogaza de cielo
caliente,
desvivirnos en el otro
desmenuzando
lo intangible del instante
y, al amanecer,
comenzar de nuevo
con la duda de la rosa
en la frente
manteniendo el tiempo
a la distancia justa.

© Laura Villanueva Guerrero

Otro ahogo del cielo


Otro ahogo del cielo,
le falta el aire
mientras nosotros
desde abajo
alteramos el movimiento,
ensalzando la curva
con la dulce saliva
de los labios.
Te recuestas sobre mí
y pronuncias
la oración física
del alma. Me muerdes
para que sienta todas
las frutas que llevo
dentro, el jardín
de pulpa, la primera
capa del sueño.

© Laura Villanueva Guerrero

Estalla la caricia


Estalla la caricia
como naranja
en nube de lluvia,
el color se extiende
hasta ahogarme
el sexto sentido.
Me muestro
sin el luto
de la boca,
tan roja
que revienta
el beso
al borde
de tu aliento
y transformamos
juntos
el viejo big bang.

© Laura Villanueva Guerrero

jueves, 20 de diciembre de 2018

Y suceden dentro


Y suceden dentro
las caricias mortales,
la autodestrucción
de la suavidad.
Le sientas mal
a mi estómago,
nunca sé si trance,
ausencia o hambre.
Recuéstame y
salgamos de este
pensamiento recurrente
con la fase aguda
de la fricción.

© Laura Villanueva Guerrero

Adormilada


Adormilada,
aún siento
la lengua de
tu voz
pasando
por mi cuerpo
en el empeño
húmedo
de la supervivencia.
Me acaricias
y consigo abrir
los ojos
para preguntarte
por la continuidad
del mundo,
los árboles han
crecido un centímetro
y hacemos una
hoguera-fotosíntesis
para diezmar
el caos. Te necesito
ahora que cuestiono
la suavidad de mis dedos.
Ven a desbordarme
como si fuera una flor
eufórica en el arcén
de una carretera
secundaria.

© Laura Villanueva Guerrero

lunes, 17 de diciembre de 2018

Se avecinan rosas


Está la luna en su cuarto
amante,
se avecinan rosas
en mis pechos,
el llanto lácteo,
un pulso de ingles
descarriadas.
Me excedo sobre ti,
quiero experimentar
la noche ardua,
deslumbrar
como lobo en la nieve.
Si compartimos
esta sensación
de hambre roja
y nos asalta
el vuelo de la sangre,
cómo detendremos
la imagen
de nuestros cuerpos
con el instinto
abrazado.
Perseguimos el mismo
fin. La extenuación
templada.

© Laura Villanueva Guerrero

Espiral


Tráeme una nueva calma,
desaloja el nihilismo
de mis labios
y acoge la primera
espiral de mi lengua,
la humedad anónima.

Persigue mi envés afrutado
y hazlo tuyo con los dedos.
Tarda en marcharte, retrasa
la caducidad de la caricia,
quizá mi ahogo se extienda
por tus ojos y consigas verme
como yo te veo a ti, tan desnudo,
que no hay apego que me una
a la Tierra y vuelo ya entre
mil flores y su llanto perfumado
- verdad encendida mi
cuerpo alzándose- Salto. Tu deseo
elástico me salva de la soledad
de ser humana y mujer y cielo
abriéndose en la noche.

Átame a tu voz, dame vida
a través de la palabra.
Y cuando el fuego abandone
tu sexo de golpe y seamos
semilla compartida
de un futuro incierto,
nómbrame, nómbrame,
desprende la resina suave
de la corteza. Sé mi arbol
sanado para siempre.

© Laura Villanueva Guerrero





viernes, 14 de diciembre de 2018

Tu roce


Tu roce
como huracán acabando,
despidiéndose del aire
dentro de mí.
Me extiendo
para contener los miedos
de la naturaleza
por este ir y venir
de tu cuerpo a mi cuerpo.
Ya no soy jaula ni presa,
tan solo beso libre
circulando por tu boca.

El mar... Se va calmando
con su última ola de luz
y aroma.

Un leve suspiro de agua
riega el interior de mis piernas.

Parece que el mundo
vuelve a su origen.
El planeta floreciendo
tras la glaciación.

Abre la ventana
para que pueda respirarnos
el amanecer.

© Laura Villanueva Guerrero

Cae la tarde


Cae la tarde
y reposo mis anhelos
en tu vino,
colmados ya mis ojos
de la visión del desenlace,
tanta fuerza reunida
en tu don de multiplicarte.

© Laura Villanueva Guerrero

Sentirte lejos


Sentirte lejos
y que todas las hojas
de los árboles
caigan a la vez,
anunciando la pérdida,
la voluntad del olvido.

Voy caminando en círculos
por si el desvanecimiento
llegara desde fuera
y no se me quedara retenido
el suspiro entre las vértebras

porque me falta tu aliento
clavado
como rosa encarnada
que quiere saber
cómo huele la sangre
enamorada, el precipicio
de los huesos
cuando no oyen tu voz.

Así me tienes,
en este final de mí misma,
esperando el gesto alabeado
de tu cuerpo,
el extremo blanco de la música.

© Laura Villanueva Guerrero

Esplendor


Abarca el esplendor de mi piel,
la necesidad de expresión
de un calor que habita
en cada célula consciente de ti.
El origen hierve
donde la vida fue agua
y te atrapa en su impulso
de avanzar.
Voy a moverme
hasta que el cielo se ancle
en otro planeta o tu luz perfore
mi párpado más íntimo.

© Laura Villanueva Guerrero
Ilustración: Margarita Sikorskaia

martes, 4 de diciembre de 2018

Deshielo


Eres testigo
de mi transformación
de mujer a flor.
Mis muslos acaban
en corola única,
fragancia incompleta
que anhela tu calor.
Repican las campanas
por la alegría
de la pugna:
tú o yo,
tú y yo.
No pares de contarme
los suspiros,
no van a acabarse
y por fin podremos ver
el infinito,
deshacernos
como luz de risa.

Quédate dentro,
aférrate a la dualidad
del reflejo.
Ay, amor, el eco
de tu fuego...
Ardes en el deshielo.
No me preguntes,
si descubres
nuevas lágrimas
en mis dedos.
Te quiero tanto
que otra vez
tengo miedo.
Detrás, los árboles
juegan al silencio.

© Laura Villanueva Guerrero

domingo, 2 de diciembre de 2018

Reverencia


Me inclino
ante tu cuerpo
con mi reverencia
existencial.
Hoy no me cuestiono
el ser del mundo,
tan sólo te amo
de pies a cabeza,
verticalmente,
con la lengua
adiestrada
por serpientes
concubinas.
Subo
y me detengo
en tu afán
de exhibir la sangre
a través
del músculo.
No siento frío,
me atraviesas
el daño
hasta desintegrarlo,
me queda el bálsamo
entre las piernas
para una dispensación
suave,
a tu ritmo,
no hay prisa ya,
nos tendremos
dentro de la brújula,
no habrá pérdida
posible, tu boca
siempre a mano
como corona
deseada de reina
nube.
Se acaba la tarde,
oscurece alrededor
de mis senos,
así acaricias el
crepúsculo, en
mi vocación de cambio
e infinito. Me das
la última versión
de tu saliva,
sin los harapos
brillantes
del placer inmediato.

Te mantienes
en el Lugar.

Son para ti
todas mis hadas
y dragones.

© Laura Villanueva Guerrero