No hay sollozo
en este adiós dulce
como fuego de naranja,
suelo verte en mis dedos,
la caricia vive libre
de nosotros, en su ser
orgánico e independiente.
Se han quedado la luz,
tu saliva, impregnando
la apariencia de vacío.
No te has ido del todo,
continúa en mí la inmortalidad
de la palabra, la herida
sin dolor del desenlace.
El próximo invierno también
te encontraré en el frío.
© Laura Villanueva Guerreroadiós
martes, 16 de julio de 2019
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