Aquel estanque de estrellas fugaces
orbitando alrededor de mis manos.
Cuánta luz, cuánta sal, incluso en el
deseo previo a la caricia. Será la
naturaleza cómplice del amor,
de la exactitud de los sentidos
desbordados.
© Laura Villanueva Guerrero
Aquel estanque de estrellas fugaces
orbitando alrededor de mis manos.
Cuánta luz, cuánta sal, incluso en el
deseo previo a la caricia. Será la
naturaleza cómplice del amor,
de la exactitud de los sentidos
desbordados.
© Laura Villanueva Guerrero
Amaneció esta noche,
cuando soñaba contigo
y nos envolvían las rosas
de la madrugada creando
nuevas fragancias.
Ascendías dentro
de mi cuerpo buscando
las nubes de agua.
¿Dudaste alguna vez de
que te pertenecía la lluvia?
© Laura Villanueva Guerrero
Llegas y tiembla el agua,
creas la promesa de ola,
la necesidad de impacto
en la intimidad abierta.
Cúbreme de jazmines.
Quiero tenerte en el
juicio de la epidermis.
© Laura Villanueva Guerrero
Observas la oscilación de mi
calor cuando avanzas por el
perímetro de la seda. Aún me
llama el sol pasada la media-
noche. Húndete en el enigma.
Secuestra la altura que me
crece tan dentro, la explosión
del ímpetu desorientado.
© Laura Villanueva Guerrero
Tu calor visita mis párpados,
me trae imágenes de vida,
el devenir de los jazmines.
© Laura Villanueva Guerrero
Voy a abandonar
la madriguera celeste
para volar contigo
en la dimensión
translúcida donde no
caben las sombras,
tan sólo luz de grito,
elasticidad de la
piel, el gozo de los
subconjuntos.
© Laura Villanueva Guerrero
Iré a descubrir en tu boca
el álgebra de la brisa, el
algodón cromado, serás
la seda que me nombre
bajo la lluvia imaginada
por los ángeles. Iré a
anunciarte mi debilidad
secreta, mientras me
arrodillo lentamente
ante tu luz.
© Laura Villanueva Guerrero
Fotografía Julia Toro
Tu cuerpo se inclina
como una flor herida,
bebo del vértice,
tu calor es agua
de árbol, biografía.
Te quedas dentro de
mi sed, transformas
la intimidad, la vida
cotidiana de los cinco
sentidos.
© Laura Villanueva Guerrero
Tu olor se me ha grabado
en la yema de los dedos,
me acompañas en cada
acto cotidiano, como un
eco dulce. Como el
dictamen del sol.
© Laura Villanueva Guerrero
Este anhelo convierte la luz en agua,
te espero impregnada de humedad
luminosa.
© Laura Villanueva Guerrero
Caminan solas las flores,
desorientadas sin tu aroma.
Dónde estás que el azul es
aire bajo agua, humedad que
estalla. He de salir en tu busca.
Espérame en la brisa, en la ilusión
de las hojas. Después la vida
se hará lluvia. Acabará al fin
la contención de los estímulos.
© Laura Villanueva Guerrero
En los corales hay vida,
tu voz reluciendo como
postura de nube amante.
Qué plenitud de agua
cuando acaricias mi cuerpo.
Soy álamo soñando.
Oxígeno liberado.
© Laura Villanueva Guerrero
Llegas en la sal,
soy ola desnuda
que piensa en ti.
Únete al ritmo del
agua templada, al
tramo delicado de
la luz febril. Quiero
formar parte de tu
naturaleza única,
ser reflejo de un
océano entregado.
© Laura Villanueva Guerrero
Vienes a calmar
la furia del color,
tanto remolino de
algas. Mi vida
sabe desembocar
en tus labios, ser
afluente exiliado.
Después del beso,
el cielo de ciruelos
anochecerá desde el
aroma. Seremos el
estallido de la luz que
se convierte en árbol.
© Laura Villanueva Guerrero
Mi insomnio te pertenece,
soy araña temblando en
tu pecho, una prisionera
más del latido. El futuro
me ha hablado de ti.
Espérame en los
refugios del deseo.
Iré vagando de posada
en posada hasta encontrar
el olor de tus dedos.
© Laura Villanueva Guerrero
En el último segundo
de la primavera, tu olor
llamó a mi boca y fui
a socorrer ese ahogo
inconfundible, con todos
los besos que caben en
un cambio de estación.
© Laura Villanueva Guerrero
Cuánta voz cae
de la misma nube pletórica
cuando pienso en ti
circundando la península,
haciendo del tiempo
éxtasis y refugio, aire
enamorado. Eres la
ensoñación continuada
de mis manos.
© Laura Villanueva Guerrero