miércoles, 13 de febrero de 2019

Tu alba florecido


Tu alba florecido
penetra el día,
mi día,
sueles ser istmo,
tu corteza
de hombre
supera
las estancadas
travesías
de luz.
Y me devoras
con tus dedos
alineados,
mundo-de-
caricia-inestable.
La velocidad
nos llama
a los dos
por igual,
elijo
el vuelo
sobre
el mar calmado,
la búsqueda
del horizonte,
vuelvo
a tu boca
para realzar
la sangre
del triángulo,
giro sobre
un impulso
compartido,
quiero formar
parte
del post-instante
y relamerte
como montaña
de sueños
calientes.
Suavizas el
invierno
y sus estaciones
escondidas.

© Laura Villanueva Guerrero
Imagen Joe Bowler

Holograma

Abriste mi cuerpo
hasta volverme
loca de luz.
Sigo deslumbrada
en el beso sin herida.
Mi afán de búsqueda
calma el holograma
de las noches.
No he perdido la fe
en la primavera.
Hay aromas que saben
cruzar la eternidad
y desde allí nos nombran,
como si fuésemos
los ángeles elegidos
para el fin del destierro.

© Laura Villanueva Guerrero

El sello nocturno



Quebrantamos
el sello nocturno
por tanta luz
transitable
de mi vacío
a tu sexo.
Transcurre la vida
entre flor que nace
y flor que muere.
Vuelve el espejismo.
No hay nieve,
es la obsesión
del cielo por derretir
la tierra para que
seamos pájaros.

© Laura Villanueva Guerrero

Cuidas de mis ojos


Cuidas de mis ojos
para que el mundo
sea sueño visible,

nos miramos
en mitad
del tráfico
de días&noches

concentrados
en el recuento
de caricias,

en mis brazos
en mi nuca
en mi origen,

elevarnos
es la forma
de fijarnos
a la realidad,

me hablas
de la altitud
de la vida:
“subir es cosa
de dos,
la dualidad
de la presencia”

y me besas
abandonando
alas y
protecciones,

de ti, quiero
el riesgo
de los árboles,
el incendio
deteniéndose
en la
intersección
sensitiva
de los labios.

© Laura Villanueva Guerrero

Reconoces mis símbolos



Reconoces mis símbolos,
la curva fértil
de la semilla,
vienes para
acumular
tiempo y aire
sobre mi cuerpo,
adviertes
la secuencia
frágil

respiración- grito - luz.

Somos incluidos
en la materia gris
de la tierra,
en el pensamiento
colectivo.
Te amo, avanzando.
La evolución
me lleva
a tu regazo
elástico,
retorno
cíclico
de la emoción
a la boca.

© Laura Villanueva Guerrero

Soy búsqueda


Soy búsqueda.
Hazme tuya.
Antes de que
las flores
fracasen
en la última
estampida.

© Laura Villanueva Guerrero
Imagen: Andrea Torres Balaguer

La sal de los espejos

La sal de los espejos absorbe mi imagen pura, la introversión de los bordes. ¿Cuánta voz le queda al sonido? Suplico la prórroga del agua para sentir el calor ajeno que se atreve a ser corriente. Detrás del mar, subyace la idea de vida. Así quiero reconocerte, en el movimiento del origen, primer impulso de la naturaleza. Y volvernos cristal de un mismo diamante, nuestras bocas brillando hasta que el mundo alcance un nuevo equilibrio de amapolas fugaces. Flor y destello. Derrama tus labios en el lago de mi sombra.

© Laura Villanueva Guerrero

Otro encierro


Otro encierro
en la empírica
marea
de tu boca
hacia
mi cuerpo,
nos ampara
la brisa,
nos amamos
con la acción
que le sobró
al amanecer,
la oscuridad
insiste
desde afuera.
Pero nosotros
seguimos
en la prisión
abierta
de agua.
El obsequio
fugaz,
la verdad
que emerge
del calor.
Nadie podrá
devolvernos
a la realidad.
Ni siquiera
el átomo
profeta.

© Laura Villanueva Guerrero

Acoge el temblor

Acoge el temblor,
mis dedos
quieren comenzar
la entrega
en tu espalda,
en la isla prometida
donde el bien
resiste,
seamos círculo
de extremidades,
volemos
junto a grupos
de aves solitarias,
oye el oxígeno
en su huída
hacia la verbena
del aire,
tengo el impulso
abnegado.
Ven ahora
que se rebela
la virginidad
de la lluvia.

© Laura Villanueva Guerrero

Compartimos la purga


Compartimos la purga,
la liberación de lo extraño,
la sensación amniótica
de pertenecernos
sin diferenciar
el exterior del interior.
No ha llovido suficiente
para desalojar la larva
acostumbrada al deseo.
Quiero mirarte,
como si fueras
una alucinación reciente
y un oasis se hubiera
ocultado dentro de ti.
Y me bebieras.
¿O es el desierto
quien bebe de mí?
Soy sensible
a tu raíz,
al despliegue espontáneo
del arrecife,
elevándome,
mientras ignoro
los límites de la atmósfera.
Respiro allí donde me llevas
y, si no sé volver,
que al menos crezcan
madreselvas en las estrellas.

© Laura Villanueva Guerrero