En ti, el relevo del calor,
el fuego ensalzado. Las
figuras de tu voz crean
la realidad, la precisión
de lo que acontece. Me
abrazas y dejamos atrás
las sombras de la prisa,
todo es claridad nueva,
inmensidad y pausa.
© Laura Villanueva Guerrero
Ron Hicks
El sol sigue confiando en ti, distribuyes
el calor equitativamente con tus dedos.
En la claridad encuentro tu olor y la vida
sin interrupciones. Eres la belleza constante
en mi memoria, la salida del laberinto.
© Laura Villanueva Guerrero
No me hables del paraíso,
muéstrame cómo nace de
tus manos, en el instante
trascendente de la caricia.
© Laura Villanueva Guerrero
Echo de menos tu búsqueda de mi escalofrío,
cuando ubicabas al azar la guarida de tus labios.
© Laura Villanueva Guerrero
Contigo comprendo la intención
de todos los verbos,
la finalidad de la vida transitiva.
© Laura Villanueva Guerrero
Detectas el rocío de mi piel,
la autopercepción de humedad,
el sobresalto. Prevés la diversión
del tacto. Cuánta luz has de
proyectar en mi sombra para
que ardamos simultáneamente
en el equilibrio esperado.
© Laura Villanueva Guerrero
Ven a desenredar mis gemidos,
la aliteración de vocales. Hazme
digna de la danza del color.
© Laura Villanueva Guerrero
Déjame entrar en tu aliento
para formar parte de la vida
Nace un nuevo día con la inquietud del aire programado,
rompemos el cautiverio y los labios se buscan como aroma
salvaje, nos dejamos arrastrar, nos olemos a través del beso
y formamos la cúpula imperfecta, el afán sonoro de la
continuidad.
© Laura Villanueva Guerrero
Comienza el año con
las frutas emancipadas
del otoño. ¿Cuántas caricias
vendrán a ocupar la intimidad?
Te ofrezco los primeros átomos,
la respiración recién nacida.
Siénteme en la penumbra
creada por la incertidumbre.
Llegarán las luces a las pupilas del
alma, se labrará la conquista de
la visibilidad.
© Laura Villanueva Guerrero
