Abrázame

Abrázame, rompe
la línea que separa
almas y bocas,
atraviesa el límite
físico, necesito
sentirte dentro
del latido, como
el roce indiscreto
de un pájaro.

© Laura Villanueva Guerrero

No puedo escapar

No puedo escapar
de tu anatomía de nube,
tan etérea y sensitiva
sobre mi cuerpo, danzando,
- llave del sol, muestra del
aroma primitivo - me hablas
al oído, pero no te oigo porque
estoy en la dimensión de
violetas y galápagos a la
que me llevas. Nos
idealizamos la piel,
una y otra vez. Al fin
logro oírte. Dices "eres
mi lluvia..." Y das comienzo
al Reino del Agua, a la Era
Húmeda.

© Laura Villanueva Guerrero

Gira

Suena la brisa,
su encantamiento,
el entorno
g
i
r
a
hasta colocarte
en mi pupila
hechizada.
No me despiertes.
Déjame seguir
oyendo tu
corazón vivo,
lleno.

© Laura Villanueva Guerrero

Luciérnaga omnívora

He de perderme también yo,
ser el matiz humano de la niebla.
Necesito volar en círculos, perseguir
tu rastro dulce. Y devorar la distancia,
su reflejo. Soy luciérnaga omnívora.

© Laura Villanueva Guerrero

Me asusta ese dolor

Me asusta ese dolor,
la lágrima giratoria,
el alquitrán instalado
en los pies, la ausencia,
el recuerdo impostado,
el olor a tu barniz azul.
Nietzsche, Alfonsina
y Bakunin me están
golpeando el pensamiento.
Sí, como la primera vez
que los posaste en mi mano.

© Laura Villanueva Guerrero

Cuántas veces ha ocurrido

Cuántas veces ha ocurrido
la muerte de la luna, la pérdida
de la belleza inalcanzable.
Contemplo la noche, su
invasión, el método. No
puedo ignorar el proceso,
la huida del ser a ninguna
parte.

© Laura Villanueva Guerrero

En este llanto

En este llanto cabe el azul
del mar, el anochecer, algún
silencio rompiéndose.

© Laura Villanueva Guerrero

Perdona mi torpeza

No encuentro la fórmula,
perdona mi torpeza en
el hallazgo del destello
profundo. Esta noche
he de cuestionar la
longitud de la luz.
¿Dónde estás ahora
que todas mis células
necesitan tu abrazo
para sobrevivir?

© Laura Villanueva Guerrero

Cómo brota el agua de mi tristeza

Ya ves cómo brota el agua
de mi tristeza, sin saber
hacia dónde o por qué.
Halla refugio en tu tórax,
en la secuencia de la vida.
Nunca me dejes sin tu
voz. Hágase la voluntad
del sonido.

© Laura Villanueva Guerrero

Vas y vienes de la magia

Vas y vienes de la magia,
deslizo mis dedos en tu
nuez, buscando el
camino secreto, el
tesoro del bosque.
Caigo una y otra vez
en las trampas del tiempo.
Fui quien te mira.

© Laura Villanueva Guerrero

En cada jardín

Infinito. Pausa. Te encuentro
en cada jardín, aroma del
aroma, imagen irradiada,
luz que tiembla en contacto
con el aire blanco. Traes la
verdad consciente a la palma
de mi mano.

© Laura Villanueva Guerrero

Clavado en mi memoria

Clavado en mi memoria,
clavado, tan adentro tu
mirada azul, el algoritmo
de la vida, todo es ahora
que te tengo.

© Laura Villanueva Guerrero

Habrá un día

Habrá un día en que no estés
y todas mis lágrimas recuperen
tu nombre del olvido.

© Laura Villanueva Guerrero

En el centro de mi fuego

Dilúyete en el centro de mi fuego
como si fueras la última misión
del mar antes de abandonar la Tierra.

© Laura Villanueva Guerrero

Seré explícita

Seré explícita en mis
próximas caricias,
elevaré tu sangre
afrutada hacia mi boca.
Y allí te quedarás.
Tan sólo nos observan
el sol y las amapolas.
Participa de la
competición. Quién
derretirá antes el
color del otro.

© Laura Villanueva Guerrero

Cuando me llamabas diosa

Cuando me llamabas diosa
bajo la luz de tus manos
y tu caricia me convertía
en gota de fuego, tan viva
y apresurada. Formaba
parte de tu voz de arándanos
y oro. El sonido se nos caía
de los labios durante el beso.
Éramos el agua de la noche,
el afluente existencial.

© Laura Villanueva Guerrero

Alteras percepción y sensación

Alteras percepción y sensación.
Aprecia mi boca derramada,
la mezcla de rojo y mar humano.
Atiende a la súplica de la noche.
Seamos línea que sube a iluminar
el silencio.

© Laura Villanueva Guerrero

Después de amarte

Después de amarte
he olido el rocío de
las flores, la lluvia
de los árboles, he
acariciado destellos
y mariposas fugaces.
Después de amarte
he acunado un
murciélago en mi
ombligo. Ambos
vemos la realidad
boca abajo, huimos
de las percepciones
establecidas.

© Laura Villanueva Guerrero

Sigo impregnada

Sigo impregnada de flores,
tal y como me has dejado
al comienzo del alba:
untada de tu misterio.

© Laura Villanueva Guerrero

Visita mis párpados

Visita mis párpados,
cuida las visiones aún
no percibidas, la imagen
de tu cuerpo llegando a
ser color y forma, el futuro
entre jazmines. Baja el sol.
¿Lo ves? La noche es tan
sólo cortina, superficie.
Detrás se entretiene la
vida y el calor racional.
Ven ahora. Nunca es tarde
para recrear la enredadera.
Sudor y voz en tu cuello.
Dejo caer la palabra de
siempre hacia tu pecho.
Y te recorre el significado
original de mi saliva, torso
abajo, hasta iluminar tu
cumbre con el poder del
agua.

© Laura Villanueva Guerrero

Voy a desvestir el agua

Voy a desvestir
el agua,
la vida,
el aroma.
Todo quedará
tan desnudo y
mío. Te besaré
entonces. Me
sumiré en tu
voz para crear
el vocablo salado.
El mundo cerrará
su mano y
quedaremos
dentro como dos
suspiros que han
aprendido a cuidarse.

© Laura Villanueva Guerrero
Imagen > Brooke Shaden

El vacío

El vacío es todo lo que ocurre antes y después de ti, amor de luz, amor.

© Laura Villanueva Guerrero

El anhelo de los pájaros

Mi amor por ti
se ha convertido
en el anhelo
de los pájaros,
siempre vienen
a por el canto
escondido en
mis dedos al
tocarte.

© Laura Villanueva Guerrero

Y sentirte

Y sentirte en la profundidad
del sonido, como un eco
inconfundible de los cuerpos
saciados de sed y frío.

© Laura Villanueva Guerrero

Nada es mío

De todo lo que me queda,
nada es mío, salvo la espera.

© Laura Villanueva Guerrero

Mis cinco sentidos

Tu voz roza mis cinco
sentidos, los va agitando
uno a uno hasta alterar
mi estado de consciencia.
Tu voz en mi mano, en mi
paladar, en mi aroma, en
mis visiones, en el recuerdo
del sonido. Empieza el día.
Le digo tu nombre a las
ventanas. Y suele amanecer,
poco a poco, mientras pienso
en ti y en todas las flores
que nos debemos todavía.

© Laura Villanueva Guerrero