miércoles, 1 de agosto de 2018
Síndrome de la rosa inquieta
En mitad del espacio,
con la boca entreabierta
por si aparece
tu último beso lanzado
con las manos,
para que yo lo recoja
cuando me ataca
el síndrome de la rosa inquieta
y necesito inhalar a la vez
aire y agua.
Te siento y desciendo
con el leve golpeteo
de tus labios imaginarios.
Modelas mi figura
como si crearas
un amanecer nuevo,
el sonido del calor
en el instante del reflejo.
Hoy mi llanto es distinto.
Se nutre de la espera
y el recuerdo.
Y soy feliz, entregándome
a tu regreso.
© Laura Villanueva Guerrero
Arte: Malcolm Liepke
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