Aún perdura el abrazo
como nieve de girasoles:
el frío de una ausencia,
el color del recuerdo.
Mi mano en tu espalda
y el mundo
en su rueda de silencio
girando detrás,
moviéndonos la sangre
alrededor del latido,
los labios sollozando
y la saliva florecida.
Aún perdura. Y han nacido
desde entonces un millón
de árboles.
© Laura Villanueva Guerrero
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