jueves, 1 de diciembre de 2016

Las pirámides de Marte


No existe el silencio en la curvatura de la ola, cuando la acción de la humedad despliega su tambor orgánico de espuma y savia presagiando el grito vertical de la redondeada nube llena.

Descanso en tus pieles, abrigo y flor roja para mi era de nieve.

Diciembre siempre vuelve con su ciclo de ausencia-cielo-muerte. 

Desentierro la hierba púrpura de la orilla. El sol se pone mientras pienso en tus manos (recipiente para el deseo inherente a mi realidad).

[Siento aterrizar estrellas detrás mía
Un temblor de mimbre y rosa me tambalea
Tu lengua me contagia su brasa recién encendida de agua
Ya estás dentro de mi boca
Y se me reproducen todas las concepciones posibles de mundo en los labios
Flotan sobre mi espalda tus hilos elásticos de amapola
Es de fuego el aire que te nombra en su microscópica alteración química
Sustituyes el oxígeno por un cielo de cerezos y sus afluentes verdes de enebrales]

Quizá algún día nuestros huesos también contemplen el paraíso al caer la tarde. Y las luces de la playa regresen lineales a las pirámides de Marte.



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