No te vayas,
que quiero quedarme
mil vidas en tu aliento
y respirar el plomo de rosas
tranquilo de tu pecho.
Y soñar que soy madreselva
uniendo las estrellas
para encender la verbena inmediata de tu cuerpo.
Y remar en el infinito rojo
hasta reconocer tus labios
de imantado fuego.
Concédeme un siglo ficticio
de dos segundos mirando tus ojos,
de dos segundos mirando tus ojos,
deshacer las rocas del sol
entre mis dedos
para templar pétalos en tu espalda,
en tus hombros.
en tus hombros.
Y volver al mar que me espera
cada tarde dentro de tu grito.
Y darte la carnal luna invisible
cada tarde dentro de tu grito.
Y darte la carnal luna invisible
que va muriendo en los rincones de tu abrazo.
No. No te vayas. Y si lo haces,
déjame reencarnarme en el oxígeno de tu sombra,
para seguir respirándote.
déjame reencarnarme en el oxígeno de tu sombra,
para seguir respirándote.
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