Rodeas mi cuello
con tu aliento.
Vuelves a ser collar
de aire
abrazándome la espera.
Tus manos se entrelazan
en mi abdomen.
Me besas y me trago
un sueño.
Ha pasado un ángel
y le he robado su último silencio.
Callada, te contemplo.
Me hablas de la crecida
de los ríos. Algún mar
sobrepasará el cielo.
¿Qué vamos a hacer
cuando no exista
el horizonte?
Abres la boca
y humedeces mis dedos.
Tanto escalofrío en el inicio
de la caricia...
Y tu pecho
latiendo como un canto
de golondrinas.
Cuando te vas, no duermo.
Cuento nubes en mi pulso.
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