sábado, 5 de noviembre de 2016

Adivíname




Adivíname la caricia, a qué parte de tu alma irán mis manos para tocar el mundo y sentir el origen del espacio en mis venas, fluyendo, como paloma roja que vuela en su ilimitado viaje.

Déjame en los labios el jardín blanco de la luna, para respirar la atemporalidad de las flores y ser fugaz y eterna en tu beso

[néctar de cielo, 
pequeño sol dentro de la hoja, 
vértigo líquido en el núcleo de la Tierra, 
búsqueda de la paz en las alas de un estanque].

Llévame al centro de un suspiro, que mi voz nazca del anhelo de tenerte en la mañana de aves tranquilas, junto al universo celeste de estrellas.

Y dame ese abrazo único que deshace el tiempo: divide en segundos tuyos el resto de mi vida.

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