Dejo caer en mi tobillo izquierdo un híbrido átomo de luz y saliva, para que me lo arranques con los dientes y respires mis huesos, como solía hacer yo en tus nudillos, cuando amanecía septiembre.
Descuelgo abrazos de la nube de siempre, la que contiene el mar en estado de flor y se mueve en los márgenes líquidos del universo.
Te busco en mis ojos: la unión de tu risa y mi párpado.
Es tan hermosa la cuidad cuando pienso en ti y en la eternidad y la voz del tiempo es un puente hacia tus labios...
Amor, ¿me besarías con el protegido tacto de tus manos? Tus dedos podrían soñar dentro mía con encadenadas olas de mariposas blandas y yo impregnaría el símbolo azul de tus huellas existenciales con el cálido soplo de mi arena íntima.
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