Evoluciona el mar. Una selva de astros negros baja por la columna invisible de la ausencia. Estás en la oscuridad, como unos ojos rojos que advierten de colmillos hambrientos. Intento dormir para no soñar contigo. A mis manos se les está acabando el tiempo de la caricia. Ya no recuerdo la sensación de un beso en el cuello, mientras las calles se vacían de gritos. Puede que aún te quiera y por eso me atrapa este vuelo de cangrejo entre algodones de hierro blanco. Tú decías que nunca me olvidarías. Aún conservo el reloj sobre el que lo juraste.
jueves, 4 de mayo de 2017
Evoluciona el mar
Evoluciona el mar. Una selva de astros negros baja por la columna invisible de la ausencia. Estás en la oscuridad, como unos ojos rojos que advierten de colmillos hambrientos. Intento dormir para no soñar contigo. A mis manos se les está acabando el tiempo de la caricia. Ya no recuerdo la sensación de un beso en el cuello, mientras las calles se vacían de gritos. Puede que aún te quiera y por eso me atrapa este vuelo de cangrejo entre algodones de hierro blanco. Tú decías que nunca me olvidarías. Aún conservo el reloj sobre el que lo juraste.
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Te irás, la vida se definirá por otros gemidos, se abrirá la puerta a la inmensidad triste. © Laura Villanueva Guerrero
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