martes, 2 de mayo de 2017
Y ahora descansas
Perfumada con el vapor de tu cuerpo,
llevo nombre de ciudades bajo los pies,
huellas de mar en los ojos
y el sollozo caliente de un astro entre las piernas.
Dices que no vas a parar de besarme.
Muero de luz.
Eres el único sueño que perdura en mis labios.
Aprisiono mis manos en tu espalda.
Te quiero.
Hay veces que tiemblo
en mitad de una noche cualquiera,
recordándote.
Mis dedos llegan a tu cuello.
Allí detengo el sol.
Me dejo caer en una sombra pequeña del espacio.
Me rescatas de la gravedad.
Siento tu pecho en mi alma,
el dolor del olvido antes de que suceda.
Tengo miedo a estar sin ti la próxima primavera.
Tu aliento humedece mis párpados.
Necesito que me conviertas ya
en un cálido fósil de agua.
Llévame al origen del movimiento.
Muéstrame las danzas del universo,
una a una,
desde el impulso central del tiempo.
Hay tanta belleza en el aire que nos rodea...
Inicio mi lenguaje de suspiros
para que al final me atrape
el silencio quieto de un árbol florecido.
Trepo por el océano.
Todo es blanco si miras dentro de mi.
Has recorrido Venecia a través de mi pulso.
Y ahora descansas.
Yo sufro la consecuencia del vértigo.
Y un trapecio azul se balancea despacio
detrás del primer infinito de la galaxia.
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Te irás, la vida se definirá por otros gemidos, se abrirá la puerta a la inmensidad triste. © Laura Villanueva Guerrero
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