Trae la primera piedra aquí,
a mis muslos,
y construye conmigo un paraíso renovado.
La vida va sin luz
hasta que me encuentras escondida
en la oscuridad violeta de la danza.
Sobre ti, tarareo nubes incompletas.
Me detengo en la presión algodonada de tu boca,
en ese fuerte batir de labios sobre mi existencia vaciada.
Y vuelo en libertad, de espaldas a la norma,
atravesada por cada uno de tus salvajes movimientos de agua.
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