domingo, 22 de octubre de 2017

Cuánto jardín va en la rosa




Amor, cuánto jardín va en la rosa...
¿El mar es eternidad o es gota
cuando me besas
y entre nuestros labios
el agua adquiere su forma de luz?

Nos confundimos
con los otros impulsos
de la naturaleza:
el relámpago,
la velocidad del hambre,
el vértigo de la nube
sobre la faz de la tierra.

Me tocas la nuca
y provocas
una nueva sacudida del tacto.
Todo sube.
La altitud nos rodea.
Y casi sin oxígeno
digo tu nombre.
En ese momento sabes
que le perteneces a mi voz
y que nos ata
nuestra manera de ver la vida.

Sigues en mi cuerpo,
desgranándome los pechos,
moviendo tu lengua
en la profundidad de mi jadeo.
Hoy te cedo mi integridad.
Se dilatan mis pupilas.
Me agarro a un sueño,
a las sábanas,
al vuelo ascendente de un pájaro.
Desaparezco del mundo convencional.
Te busco entre los átomos.
Y respiro
hasta que sólo tú
anidas en mis pulmones.
Me quito los anillos.
Quiero la plena desnudez
para sentir la ráfaga,
la red traslúcida
que atrapa mi alma
hasta que yo también empiezo a morir.

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