sábado, 21 de octubre de 2017
La vagabunda y el dólar
Ni tan siquiera miraste.
Pasaste de largo
ante mi abrigo dos tallas mayor,
desgastado,
con manchurrones en los bolsillos,
y mi cara empequeñecida
en la solapa,
como un níspero pálido.
Echaste mano de tu cartera
y tiraste hacia atrás
un dólar arrugado.
Así son los días contigo.
Le mendigo al futuro sola.
Tengo la hucha hasta arriba
de tus billetes sudados.
Creo que ya me dan para comprar la libertad.
Voy a contarlos.
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