Nuestra nueva esencia migra
dentro de una bandada de pájaros
hacia un lugar no reconocible
por los ojos.
Quizá el tacto
sepa de ese espejismo carnal
donde tú y yo desaparecemos.
El mundo viene detrás
como una rueda imparable.
Pero nosotros seguimos inmersos
en el impulso eléctrico de la flor,
amándonos.
La noche se perfuma.
Y yo no dejo de buscar tu lengua
en todos los escondrijos del infinito.
Quizá el tacto
pueda liberarme de la cárcel
de esta búsqueda
y mi imaginación descanse por fin
de la visión infatigable de tu boca.
Extraordinario poema que, como todos los tuyos,se va intensificando a medida que avanza. Es un ejemplo perfecto de clímax ascendente; un ejemplo que, en este caso concreto,presenta el esquema de la anáfora: desde el título y en el medio, marcando las pausas y dicha gradación. Por cierto, lo sensual vuelve a acaparar toda la pieza.
ResponderEliminarTodo ha surgido de una palabra: materia. Gracias Pedro!
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