Con el cielo anaranjado
y nubes de almendro
me abrazo
a tu figura
en el ascenso.
La piel de la cintura
adorna
tu espalda
como cuero de ángel-tigre.
Dejo a la vista
este resplandor oblicuo
que me va matando
en su partida,
hacia tí progresa mi hemisferio.
El planeta hoy es invisible,
tan sólo rota
en tus dedos
que me exploran
y es el árbol junto a la fuente
que se me agarra tan adentro
y me lleva en silencio
al origen íntimo de la vida.
martes, 30 de enero de 2018
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