jueves, 4 de enero de 2018

Sin laberintos


Abres la puerta
que conduce al mar
sin laberintos,
tu voz seduce
en línea recta
mis curvas
y amasas el aire
para que nos rodee
el relieve
y la respiración nos cueste
en cada gemido.

Me ofreces el ascenso
del sol,
calor redondo
en la amapola,
fugaz
látigo
de hambre
en la boca
cuando entras
y me dices
que el verano
está llegando
y mi cuerpo
se levanta
para recibir
junio
y caemos juntos
sobre
otro instante invadido
por el agua universal,
dándonos vida
de interior.

Te miras en mis ojos,
quizá
me quede algo de luz.
Ya no soy ese diamante
que reflecta
cielo
o tierra,
me voy perdiendo
en un horizonte
templado
que sobrevive a la humanidad.

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