Mi voz es una yegua que cabalga
en tu sexo, hay palabras que sólo
se pronuncian con la saliva.
Entorno los ojos para presentirte
en la trastienda habitable
de mi deseo.
Enciendes para mí
tu sol de rama blanca
y me vuelvo salamandra extendida
sobre tu cuerpo.
¿Quién quiere volver a ser humana
después de besarte?
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