Esta mañana eres tan azul,
- quizás arrastras un sueño de mar o de cielo -
que navego y vuelo al mismo tiempo
sobre ti,
anclada en el erguido aire de tu sexo.
Entre mi mano y tu espalda
he atrapado el tiempo,
así no tendrás que marcharte
y puedo continuar sobre tus piernas
borrando las sombras de mi agua.
Mi cuerpo avanza en tu placer,
hacia la saliva que contiene tu alma,
y se detiene en la fugacidad
de una apasionada caricia blanca.
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