Dejaste el olvido encima de la mesa
y te marchaste de puntillas,
ligero de recuerdos,
obviando las experiencias compartidas,
para coexistir con un universo ajeno
a mil pies de altura.
También dejaste un beso en los cubiertos
y tu ausencia se mete sin remedio en mi boca
3 veces al día.
Mi alma ha tenido que bloquear
el timbre y todos los espejos
para no volver a verte nunca.
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