lunes, 5 de septiembre de 2016

Llaga de pétalos


Capturas los últimos ángeles escondidos en mis pechos. Aún conserva altura mi fuego y revolotea sobre tu sexo como una salamandra perdida anhelando un hábitat nuevo.

El planeta se inclina. Tus manos se acercan y me arrancas con la lengua de las uñas, bordes, vértices, curvas.

Mi húmeda llaga de pétalos te espera, círculo permeable dispuesto para el advenimiento de tu carnal existencia.

La noche es una navegación ajardinada de tus caricias, una flor oscura y elástica que se cierra despacio con infinitos suspiros heredados del día. Y estalla, estalla el silencio implícito del color, justo detrás de ese cielo fronterizo.

Vacías, una vez más, la luz de las estrellas en mi boca. Gotas de claridad inmensa caen desde tu norte de viento a mi sur de tierra. Te reclamo con garras aladas y un delirio cantado. Trago la totalidad de tu líquido llanto y el espejo universal te lo devuelve como un haz de rosas carnívoras disociando tiempo y espacio.

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