Un nido de soles asoma en tus ojos esta mañana. La vida nos espera con sus precipicios de rosas blancas. Te doy la mano para saltar juntos. Y empieza el día con tu beso de estrella clara. Siento la caída de las hojas, las nubes en su pausa menguante, hormigas dulces trepando por un árbol, la ausencia en la historia de angustiados amantes. Esta vez, tú estás cerca y la luna no es invisible en nuestro abrazo. ¿Volverás? Por si acaso, deja tu marca de existencia en mi ombligo. Y una llama, sufriendo por exceso de agua, en la yema cóncava de mi alma.
jueves, 22 de septiembre de 2016
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