desde tu voz
hasta mi cuerpo,
libera los sonidos
de sus jaulas
y tráelos a mi garganta
para hacerlos míos.
Ven a mis sépalos
abiertos
que ansían
tu llegada en ráfaga.
Nos contagia la
rotación
y nos buscamos
en los giros,
tu boca en mi boca
encendiendo
lámparas, hay
una montaña que aún
vuela
y nos da sombra
nocturna.
Siento en los dedos
el polen
que segregas dentro mía.
Llenamos las caricias
de olor y búsqueda.
Ruedo por tu pecho,
no me quedan turgencias
que arrojar
a tu latido loco por salir.
Nos hacemos sol feliz,
ardemos
con la sangre colmada
de nosotros mismos.
Me voy a quedar
dormida
en tu voz de alcoba.
Háblame,
para no morir.
© Laura Villanueva Guerrero
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