Para que sueñen otros,
he encerrado cuanto me amaste
en todos los versos;
la luz del aire rodeándonos,
las despedidas al borde de un vacío compartido,
las despedidas al borde de un vacío compartido,
el mar rompiéndose a nuestros pies, de deseo ajeno,
tu voz sonando como un eco indefinido en mi cuerpo.
Tu risa se quedó enredada y libre en mi aliento.
Cuando respiro soy feliz. Porque te recuerdo.
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