Nacer. Morir.
Y en mitad de la existencia:
tú, causal eternidad.
Llegas.
El mar es una gota de verdad
sobre la arena.
Nos tumbamos a contemplar
un universo preconcebido
por antiguas estrellas.
Vienes.
Un instante de tus ojos alberga
mil lunas y una marea.
Aparto reĺámpagos con los brazos,
espuma con las piernas,
como si avanzara, exploradora,
por una salvaje senda.
Sellas tu luz
en el sonido de mi nombre:
si me llaman, aparece tu silueta.
Tu unicidad es agua dulce que rodea
el núcleo de todas mis células.
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