"Toda la noche se vuelve blanco-beso cuando pienso en ti"
Francisco José Núñez Barral
Después de ese abrazo único en Las Adoratrices (vi pasar el futuro: Alicia, tu mano en mi mano en todos los lugares) había que intentarlo por cuarta vez. No seríamos nosotros sin las indecisiones. No podíamos ser sólo almas cordiales que se encuentran y se preguntan por la carrera o el último concierto de música clásica al que fui con mis padres. Me llamaste. Y me llevaste a la buhardilla de El Fábula.
[Ya no leo a Sartre ni a Beauvoir y no visto de negro. Aún escribo poemas en mi diario. Tu mirada es un conjunto de verdades. ¿Tú también sueñas con un sol de luciérnagas al caer la tarde?]
Nos recogimos temprano, al día siguiente había clase. Sentí la ausencia de golpe, la distancia inevitable. Me prometiste que volverías a llamarme cuando terminasen los exámenes. Y ya nunca te marchaste.
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