Cae la luna en tu lengua
y vuelvo a ser hombre-lobo
de tu noche.
Me he refugiado demasiado
en tus ojos
[el invierno,
la cuerda gruesa de la melancolía,
el permanente frío de nube en los dedos
esperando la llegada de tu caricia].
Lo sé, nos fuimos de la costumbre
para empezar de nuevo,
pero la creación de todos mis mundos
requiere las propiedades de tu agua única
[origen,
transformación de mi cuerpo
en feroz alma química].
Marco el contorno de tus caderas con la cadencia curvada de mis manos. Supero la omnipresencia del tiempo. Cada uno de tus movimientos encima mía, son sentencias de paz con el océano. Encuentro sentido a mis ideas turbias en la libertad incuestionable de tus pechos. Mil rosas anuncian al borde del acantilado, la inminente brisa. Me encierro en el para-siempre de tu boca abierta y diluyo mi esfera de oscuridad blanca en la transparencia de tu saliva (lago solar derramando luz a la vida). Me entregas la verdad de tus sonidos y yo sólo quiero alcanzar tu oído para callar los incendios líquidos de mi grito.
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