sábado, 7 de enero de 2017
La inquietud dormida
El negro recuerdo de tus labios blancos
me besa
como copa de árbol a un cielo despejado,
con esa sensación de enjambre libre
que hace temblar
al interior de una lumbre apagada
y reúne la dispersión de las rosas
alrededor de los altares.
Recorro una vez más la penumbra
para entender el mundo sin ti
y coleccionar arañas roedoras
en mi pulso: la inquietud dormida.
Vuelven a quedarse vacíos
el mar y los parques de atracciones:
ya no giran medusas en la noria.
Pero la ausencia sigue subida a mi nuca.
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Te irás, la vida se definirá por otros gemidos, se abrirá la puerta a la inmensidad triste. © Laura Villanueva Guerrero
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