Bésame con los dedos,
deja en mi cuello una esperanza,
un suspiro de agua,
el llanto del sol temblando.
Abrázame,
haz de mí un ovillo de brisa
en el camino de tu cuerpo.
Quedará izada tu caricia en mi espalda.
Después déjame marchar
con el anhelo de tu beso,
como si supiéramos que es la última vez,
como si tú y yo fuéramos la última pregunta del Tiempo.
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