Soy un pergamino de lluvia entre tus brazos.
Debajo de tu camisa, todo es oro.
Vuelvo a respirar
con mi mano en tu espalda
y tu pecho latiendo en mi mejilla.
Le hago mil preguntas al sentido del tacto:
¿qué queda de la noche en el amanecer de tu sonrisa?
¿eres oleaje o volcán de vida?
Cuidas a mi alma en tu regazo
(la ternura de la brisa entre las luces de mediodía).
Cuento caricias rojas en tu boca.
El sol nos alivia con un rayo de sombra.
Bésame otra vez.
Evita con los labios que este frágil mundo se rompa.
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