Tu piel es silencio en mis labios,
una ola de luz que inunda el tiempo.
Bajo tu espalda
la noche se abre despacio
y caemos juntos, buscándonos la voz.
Cierro los ojos
para reconocerme en tus manos.
Traes las caricias atormentadas,
el anhelo de calor y de agua,
un instante de agonía a mis muslos cansados.
Has vuelto a encontrar el origen de mi alma
al final de tu lumbre.
Y se ha parado el mundo entero dentro de una flor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario