Desnudo tu mar, siempre pensé que le sobraba la falda y esa cinta estúpida en el cuello para sujetar olas (y peces). Me desnudo yo, dejándome sólo una flor de uvas entre los muslos por si rodamos una sobre otra, contándonos las luces de las manos.
Vuelco mi voz entera en una lágrima. El sol creciente rapta mis hombros para traerme de ti hasta el último puerto.
(Me he doblado mil veces delante de tu cuerpo, recolectando tus señales de amor una a una con la boca).
Me hago libre en la liturgia del agua, mi piel se vuelve redonda para caber en tu tacto. Ya sólo respiro el oxígeno de la mariposa. Juego al origen de la vida en tus labios. La desesperación de la supervivencia y el fuego en los ojos al mirarte en un silencio cerrado, ese círculo que reúne sombras y pérdidas. Las verdades absolutas se quedaron en el siglo pasado.
Estás hermosa, así, besándome con tu abrazo. ¿Y si ya no entiendo la vida sin tus interpretaciones? ¿Y si empieza el día y no estás? ¿Y si el mundo se gira y queda oculto en mi espalda como otro tatuaje?
Deja tus rosas en mis pecados. Al menos no sentiremos soledad mientras los recuerdos se van alejando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario