Construyo de nuevo el aire con los átomos de tu aliento. ¿La tarde es el aposento de tus labios, la huella de luz donde desaparece el tiempo?
Tu cuerpo vuelve a ser línea que me sujeta a un punto de azahar en el espacio. Giro con tus manos en mi espalda y una gota de saliva detiene su música entre tu boca y mi alma.
Desátame un momento de tus párpados, que necesito contemplar la caída de tu vaho sobre mi piel mojada. El aroma blanco de la vida contiene toda mi agua.
Las flores también viajan a la luna. En la orilla de otro planeta están naciendo estrellas con el nombre de tus ojos.
Mi deseo es una montaña que toca el sol y te pronuncia, desde arriba, como una voz azul que perfila el horizonte rojo.
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