jueves, 9 de febrero de 2017

Respirando bajo el agua


Nos abrazábamos, respirando bajo el agua. Me enseñaste a sacar partido al deshielo de la piel, a mirar  hacia arriba por si una estrella caía cerca de las olas. El mar es mi escudo, me lo echo a la espalda y me persigue junto a mi sombra, vacía de frutas y escaleras. [No sé adónde iremos. Quizá a los puentes de Venecia a ver inundarse el cielo y gritar ¡amor! en las panaderías de las afueras. Hay noches que contemplo tu cuerpo al borde del Gran Canal y me imagino tus labios azulando una primavera vertical en mis piernas]. Te he querido tanto que mi alma es un lamento de las hojas, el viento lleva mi dolor abierto, la certeza se vuelve interrogante, la noche es otra mentira con luna y poco más. Tú me encendiste el mundo. Después lo apagaste en una maceta pequeña para que no lo encontrara y los jardines sobraran en las nubes. Tu boca es un imán.  Amarte, la consecuencia.

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