lunes, 13 de febrero de 2017

Molino de agua


Me pierdo en la intuición de tu voz (el bosque azul y sus mareas). Tus labios se entreabren. Tu beso vendrá luego y me subiré a la luz cobriza que lanza el Río Tinto a Marte. ¿Cuánto amor llevas en la yema de tus dedos? Tu caricia es un molino de agua que mueve mis alas y yo vuelo una vez más sobre tu cuerpo sujetándome en silencio al calor de las estrellas.

[Has dejado tantas veces el roce del infinito en mi cuello... No se me da bien volver a lo cotidiano después de un poema. (La vida es una llave que nunca uso del todo. Tengo miedo cuando la noche es el instante previo al olvido definitivo)].

Sigo en ti, creando laberintos. Si no encuentro la salida, ¿te quedarás conmigo?. Abrázame como si me salvaras de mí misma

(persigue mi piel con tu olor, 
hazme parte del universo:
la gravedad está de nuestro lado,
tus ojos caen ya sobre mis sentidos. 
Pisamos la hierba mojada.
¿Qué hacemos ahora con el alma
y las manos húmedas?)

y aprieta tu boca contra mi espalda cuando se decida tu gemido.

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