Rózame una vez más, amor. Acaríciame, como una lágrima de nube que anhela el océano. Se han puesto en marcha todos los laberintos de mi cuerpo. Creo que he nacido para esta contemplación geométrica que me haces con las manos. Mi aliento va trepando hacia tu cuello. Allí quiero quedarme, como un suave sol de invierno. Y recibir la noche de tu lengua, en mi espalda.
Me estoy convirtiendo en grito animal - gata que bebe, mujer que ama-. Necesito soltar ya contra tu pecho, la agonía de mi boca. Álzate en mí ahora. Álzate hasta que revivas dentro, muy dentro de mi alma.
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