Te espero en el suelo, sin ataduras que nos sometan a la gravedad o a la luz. Soy una frágil súplica de agua.
Y tú llegas, como una estatua de fuego, buscando su reflejo dentro de mi boca.
Arrodíllate. Olvida tu forma. Seremos un lazo de aire que se derrumba en la voluntad de la hoguera.
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