Aún me estoy curando la llaga encendida
que dejó tu beso.
Tengo la hiedra extendida en el estómago
donde antes rezaban mariposas.
¡Ay, el canto de tu abrazo,
cuando llegaba en silencio la aurora...!
Estoy plegando el mundo en una gota.
En mi mano también cabe el vacío del agua.
Ando sin rumbo.
Este olvido sabe a hierro amargo en la boca.
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