Ven a mi espalda y lame lo oculto de mis vuelos, lo que tengo miedo de confesar delante de un hombre. Y extiéndeme sobre las hojas para que la naturaleza y tú me devoréis al mismo tiempo. Me gusta la doble locura del tacto. Y que aterrice el cielo sobre mis senos. Todo será azul. El movimiento. Tus labios luchando contra la distancia. Baja. Entra. Quiero dejar de pensar en la vida sistémica, cómo se relaciona todo sin remedio y con dolor. Baja. Envuélveme con la magia de los vínculos, como si me estuvieras esperando desde agosto del 75. Rueda conmigo. No imagino otra manera de avanzar. El límite es el mar y un beso justo en el lugar donde se acaba el mundo.
domingo, 18 de junio de 2017
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