Te he soñado en las noches de luna nueva, sintiendo uvas frescas entre los dedos. Todo era más fácil cuando la vida se nos abría por el lugar exacto de la experiencia. Y te besaba las rodillas como símbolo de mi entrega. Pasan los años y las verdades se suavizan. Quizá no me querías tanto y mi espalda no era el único acceso directo al mar. Cuando nos miramos ahora, el escalofrío perdura inamovible. En el recuerdo.
domingo, 25 de junio de 2017
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