Encontraste mi arrinconada luz,
mi yo de avispa encerrado en una nube,
mis vértebras, derretidas
por el calor abstracto de la existencia;
herida, indefensa.
Cuidaste de mis días y mis noches
hasta que, pantera incendiada,
me soltaste a ciegas
en mitad de tu inmenso bosque.
Y allí permanezco
- animal de nueva especie -
nutríendose mi alma
con la resina primigenia de tu cuerpo
envidiado por todos los dioses.
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