lunes, 8 de agosto de 2016

Incomparable

Tu lengua suspira en mi cuello
anhelando el más allá de mi espalda,
lugares de algodón y diamante
que, suaves, brillen mojados
en la longitud de tus dedos.

Intuyes mis labios
y desde atrás me prendes
estrellas en los pechos,
para que vuele,
fugaz o permanente,
en el cielo de tus manos.

Imagino la profundidad
de tus ojos;
eres el sexto océano del planeta
y navego en tu mirada
al ritmo de la marea carnal
con la que me rescatas
de la subjetividad del tiempo.

Subo y bajo sobre ti
- columpio de amapolas silvestres -
rozándote los sueños,
meciendo diccionarios serpenteantes
en tu sexo,
hasta que de tu alma se desprende
un universo entero,
resumido en sucesivas gotas dulces
que resuenan en el fondo de mi cuerpo.

Un gemido eterno y lento
se queda en mi pulso latiendo,
con la fiel imagen capturada
de un incomparable primer encuentro.

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